Todos los días podemos hacer algo que nos ayude a vivir mejor: cuidar el cuerpo y la salud, organizar mejor nuestro tiempo, estar más felices en el trabajo y con nuestros hijos, tener la casa más ordenada...


lunes, 1 de junio de 2009

Saber decir que no



¿Qué es lo que recibe la mayor parte de tu atención, tu tiempo y tu energía? ¿Tu pareja? ¿Tus hijos? ¿Tu trabajo?
Un amigo mío contó que una vez que avisó a un compañero de básquet de todas las semanas que por cuestiones de trabajo tenía que faltar. Su compañero le dio una gran enseñanza: “vos sabés cuáles son tus prioridades” le dijo. Esa frase puede sonar muy extraña a una persona en cuyo esquema mental el trabajo está primero y luego todo lo demás – si hay tiempo -. Pero para este amigo mío resultó algo así como una revelación sobre las prioridades y sobre la libertad de elegir cuáles son las prioridades.
Todos tenemos una cantidad finita de energía, tiempo y recursos. Muchos de nosotros los desaprovechamos sin darnos cuenta en llamados telefónicos evitables, en Internet – incluyendo el vicio de las redes sociales-, e-mails sin importancia, televisión, eventos a los que vamos por compromiso y un largo etcétera. Estas actividades no solo nos hacen ser menos productivos, sino que – teniendo en cuenta que tenemos un solo cuerpo y un día de 24 horas - hacen que dejemos de hacer cosas que realmente nos cargan las pilas, como estar con nuestros amigos, hacer deportes, disfrutar de nuestros hijos o conectarnos con nuestra pareja.
¿Pensaste alguna vez cuáles son tus prioridades principales actualmente? ¿Y qué tal si te propusieras repensarlas y redactar una nueva lista de prioridades para este año? Es importante tenerlas bien en claro, porque a la hora de aceptar un nuevo trabajo, un nuevo compromiso que no nos interesa o una reunión a la que no tenemos por qué asistir tenemos que tener en cuenta que ese tiempo se resta de nuestras prioridades y disminuye nuestro bienestar personal y/o familiar.
Volviendo a lo que decía en la publicación anterior, las mujeres estamos programadas para ser altruistas, poner siempre a los demás primero que nosotras y una de las cosas que más nos cuesta es saber decir que no. A veces porque tenemos miedo de la reacción o de la opinión del otro o porque sentimos que no estamos siendo amables.
Veamos algunas formas de decir que no, como para ir practicando. Esta lista es una adaptación de una que aparece en Work less, make more, de Jennifer White.
http://www.worklessmakemore.com/

1. No, gracias.
2. No (a secas, a veces vale la pena)
3. No (con amabilidad). Realmente te agradezco que hayas pensado en mí para esto, pero estoy muy ocupada.
4. No puedo (sin mayores explicaciones)
5. No puedo (con explicación de prioridad personal) Me prometí no asumir más compromisos hasta terminar con algo importante que tengo pendiente.
6. No puedo (con una explicación familiar). Me encantaría, pero tengo que ir a matronatación con mi hijo, y es el momento de la semana que menos me perdería.
7. No (y te doy una solución). Yo no puedo, pero conozco una persona que te podría venir bien.
8. No puedo, tengo un compromiso ese día (y no hacen falta más detalles sobre el compromiso)
9. No, eso no lo puedo hacer. Te explico en qué cosas sí te puedo ayudar…
10. Por ahora no, dejame pensarlo (sin cerrar la puerta, pero sin abrirla cuando no queremos hacerlo)

Es importante saber aplicar el no para manejar nuestra energía de manera efectiva. Y, al revés, en vez de ser nosotras las que respondemos siempre, tenemos que aprender a pedir ayuda de forma efectiva. Pero eso es para otro día.

viernes, 29 de mayo de 2009

Presentación Organización para profesionales

A pedido de los que asistieron al curso que di ayer en la Universidad de Palermo sobre Organización para profesionales, subo la presentación.
Los que no estuvieron pueden verla. Piensen que fue un taller que duró 3 horas, no es tanto para leer como para pensar y escribir.
http://www.mksur.com/opendc.zip

martes, 26 de mayo de 2009

Sacate el pañal de la cabeza


Hoy escuché esta frase en un encuentro de Administración de dinero para mujeres en el que participé y me pareció muy reveladora.


Tener un bebé es una actividad que podría ocuparnos el día entero – y más -. De acuerdo a los tiempos y profesiones de cada una, una vez que el bebé está criado siguen cayendo más obligaciones tanto desde lo profesional como desde lo familiar. La vida ya no será igual a la que teníamos antes de tener un hijo. ¿Pero qué tan distinta será?

Cuando decidimos con nuestra pareja traer un hijo al mundo sabemos – o la realidad nos lo hace saber de un golpe – que ambos debemos ceder mucho, sobre todo los primeros años, para que ese hijo crezca. Si la decisión es tener más de un hijo, este tiempo naturalmente se hará más largo. Habrá que dejar de lado por un tiempo esas vacaciones con larguísimos viajes en auto o en avión, las salidas con amigos cualquier día y a cualquier hora, muchas salidas con tu pareja, etc. Pero subrayemos un par de palabras: dejar de lado algunas de estas actividades o proyectos por algunos años no es lo mismo que postergarse indefinidamente.
Yo propongo que las que somos madres administremos de la mejor manera posible nuestra energía. La idea es organizarnos, encontrar un nuevo equilibrio que nos deje conectarnos con algunos de aquellos deseos y proyectos que podamos concretar sin dejar de satisfacer las necesidades de nuestros hijos o de nuestras familias. En mi caso, por ejemplo, antes de que mi hijo más chico cumpliera un año, me di permiso para participar en una carrera de aventura, proyecto que fue una aventura en sí mismo.

Saquémonos el pañal de la cabeza por un rato. ¡Pero ojo! No lo vayamos a reemplazar por otro objeto que nos desequilibre y nos postergue, porque parece que somos expertas en eso. Como dice Marilén Stengel en su libro La mujer presente:

“… A las mujeres les tocó el mundo interno, el de la casa y de los afectos, y a
los varones el externo y el de la vida pública. Así ellas se volvieron expertas
en la lectura de las necesidades de otros y en las maneras de subsanarlas. Lo
hicieron muy bien a lo largo de los siglos, pero así como los hombres perdieron
mucho del contacto con el mundo interno a causa de esa división de roles, las
mujeres aprendieron a “olvidar” sus necesidades, a ningunear sus deseos, a
apagar parte de ese fuego sagrado que tiene que ver con sus pasiones y
vocaciones. Se volvieron expertas en el arte de aceptar ser las últimas en la
propia lista de prioridades, y toda mujer sabe que rara vez llega a ocuparse de
lo que se halla en el último renglón de dicha lista.”

lunes, 25 de mayo de 2009

Medí tu capacidad de organización

Preparando una presentación sobre organización para mi trabajo, encontré en Organizing Plain & Simple un un test que mide el coeficiente de organización y le hice un par de adaptaciones. Es así: se califica de 1 a 4 la respuesta a cada uno de los siguientes enunciados, siendo


1= Casi nunca
2= A veces
3= A menudo
4= Casi siempre



Aquí van los enunciados:
1. Me canso de solo pensar el trabajo que me va a dar organizarme
2. Mis compañeros de trabajo piensan que soy desorganizado
3. La falta de tiempo y espacio impiden que sea más organizado
4. Me gustaría ser más organizado
5. Paso un tiempo significativo buscando cosas perdidas
6. Soy desorganizado
7. Acumulo correo hasta que tengo el tiempo para ocuparme de eso
8. Me resulta difícil tener en equilibrio la cuenta del banco
9. Cuando el desorden me supera en mi casa o en la oficina, me voy
10. Si alguien viene inesperadamente, trato de evitar que entre
11. Me olvido de citas importantes
12. No agendo bien los cumpleaños y otros eventos
13. Siento que logré poco al final de un día normal
14. El éxito equivale a estar ocupado
15. Me siento presionado por tres fuerzas distintas al mismo tiempo
16. Uso los últimos vencimientos para pagar las cuentas
17. Guardo objetos que creo que van a servirme algún día
18. Me siento culpable cuando tiro cosas
19. Dejo objetos a la vista para recordarme que tengo algo pendiente
20. No tengo tiempo para mí mismo
21. Me pregunto para qué preocuparme por el desorden si rápidamente todo se vuelve a desordenar
22. No puedo soportar la idea de desprenderme de algo mío
23. Tengo miedo de abrir uno o más armarios
24. Arrastro deuda en la tarjeta de crédito
25. Pago siempre con cheque



¿Listo? Ahora los resultados
81 a 100. Tenés mucho camino que recorrer para organizar tu tiempo, tu espacio. Hoy es el día para empezar a cambiar.
61 a 80. Probablemente no te consideres desorganizado, pero estás sufriendo el stress de la desorganización. No hay razón para no cambiar el rumbo.
41 a 60. Aunque sos organizado, es probable que estés sintiéndote con más problemas para organizarte que lo normal. Puede ser transitorio y tratarse de una adaptación a un cambio en tu vida: trabajo, mudanza, hijos, etc. Retomar tus habilidades de organización te va a venir bien.
25 a 40. Tus habilidades para la organización son excelentes. Se diría que tenés un nivel casi profesional de la organización.

viernes, 22 de mayo de 2009

No solo los perfeccionistas dejan las cosas para más adelante

Hablando de los perfeccionistas que dejan las cosas para más tarde, me pareció interesante la clasificación de 6 tipos de “procrastinators” que encontré en este sitio http://www.orgcoach.net/overcomeprocrastination.html (en inglés). Sintetizo:

Estilo #1. Perfeccionista. Se niega a comenzar o terminar una tarea porque no quiere nada que no sea perfecto.

Estilo #2. Soñador. No le gustan los detalles. Esto hace que las ideas sean difíciles de implementar.

Estilo #3. Preocupado. Tiene una excesiva necesidad de seguridad, lo que le hace temer el riesgo. Tiene miedo a los cambios, lo que lo lleva a evitar terminar proyectos para no tener que abandonar el confort de lo conocido.

Estilo #4. Desafiante. Rebelde, busca evadirse de las reglas. Al dejar cosas para más adelante está estableciendo su propia agenda, una que nadie puede predecir o controlar.

Estilo #5. Amigo de las crisis. Adicto a la adrenalina. Está siempre al límite. El tiempo lo corre.

Estilo #6. Sobreexigido. Dice que sí a todo porque no quiere o no puede tomar decisiones y establecer prioridades. Candidato número uno al “burnout”.

Confieso que la tipología me pareció mucho más interesante que los consejos. Pero vale la pena tomar un par de ellos: llevarse bien con la agenda y sacarse de encima pronto las cosas que no nos gustan pero indefectiblemente hay que hacer.

martes, 19 de mayo de 2009

Salir de la inercia y empezar a ordenar

Muchas veces me vi a mí misma posponiendo actividades de organización de la casa por días y hasta semanas. Siempre aparecía algo que parecía tener mayor prioridad.
En el libro Organizing plain & simple, Donna Smallin propone que ordenar es un proceso de cambio, que conlleva sufrimiento por diversas razones: tirar cosas, pensar que una casa “perfecta” no es una casa viva o volver a intentar ordenar algo que ya se nos desordenó por décima vez. A continuación plantea un plan muy sencillo. Algo aproximadamente así:
Qué quiero
• Organizar mis placards para poder vestirme más rápido a la mañana
• Desarrollar un sistema para pagar mis cuentas antes de que venzan
• Encontrar el tiempo para poder hacer gimnasia
• Limpiar el garage
Para cuándo
En 1 mes
Qué puedo hacer
Destinar dos horas por semana, martes y jueves de 7 a 8 pm

Creo que con ese tiempo disponible, lo único que puede hacer una persona es ponerse a diseñar sistemas de organización (si es que no está gestionando la cena, el baño o las tareas de los chicos en ese horario loco). Porque lo que es cumplir esos objetivos en 8 horas dispersas en un mes... Veamos:
• Es absolutamente posible diseñar en ese tiempo un sistema para que las facturas que llegan a la casa no se traspapelen. Todo se deposita en un único lugar y se designa a una persona en la casa que se ocupe de pagar las cuentas. Esa persona revisa la pila de manera periódica. Puede pagar por Internet o poner cuentas en débito automático.
• Para empezar con una rutina de actividad física, debería dedicar varias de esas horas mensuales a buscar, encontrar y probar una opción de actividad que realmente le sirva y que pueda mantener en el tiempo. Personalmente recomiendo actividades grupales y que requieran algún grado de compromiso, como por ejemplo trotar con alguien o jugar un deporte en pareja o en equipo. Una vez que se encuentre la actividad, lo más probable es que no ocurra exactamente en ese horario tan acotado.
• Ordenar un espacio (ya sea un placard o un garaje) implica algunas actividades que llevan un tiempo importante: limpiar, clasificar, tirar o donar cosas. Eso es lo obvio. Pero también hay que tomar medidas para luego colocar cajas, estantes y accesorios para guardar y colgar cosas que sean adecuados al espacio disponible. Finalmente, hay que hacer una excursión a un par de lugares para encontrar estos accesorios. Y, aunque Easy es de gran utilidad, no todo está allí.
Quizás hoy estoy pesimista, pero una persona con tan poco tiempo disponible y esos objetivos, lo más seguro es que caiga de nuevo en la angustia del desordenado que quiere ordenar. Eso sí, no tiene excusa si se le vencen las cuentas.

jueves, 14 de mayo de 2009

Inteligencia emocional no solo para los orgasmos femeninos ¡Atención muchachos!

Hoy se publicó en Clarín una nota sobre una investigación que correlacionaba el orgasmo femenino con la inteligencia emocional. http://www.clarin.com/diario/2009/05/14/sociedad/s-01917773.htm
Pero no solo las mujeres deberíamos preocuparnos por la inteligencia emocional. George Valliant, profesor de Harvard que dirige estudios sobre hombres a lo largo de sus vidas, identificó ciertas “defensas maduras”: el altruismo, la capacidad de aplazar la gratificación, la previsión de futuro y el sentido del humor. Parece que los factores que mejor predicen el envejecimiento satisfactorio son el nivel de ingresos, la salud física y la alegría de vivir. Y estas defensas maduras que se señalaron recién son buenos indicadores de cumplimiento de estos factores. El autor correlacionó la presencia/ausencia de estas defensas en jóvenes a quienes siguió desde los años 40 hasta la actualidad.
Algunos hombres no maduran nunca y no muestran tales rasgos. No es que mueran antes, sino que es probable que envejezcan peor.

lunes, 11 de mayo de 2009

¿Alguna vez se sintieron como el padre de esta familia? Yo sí

Cuando mis dos hijos mayores tenían 2 y 4 años emprendimos unas vacaciones en auto de 15 días en los que recorrimos alrededor de 6000 kilómetros (Buenos Aires-Calafate-Buenos Aires). Fue nuestro último viaje sin hoteles reservados en ninguna localidad. Teníamos carpa por las dudas. Si llovía, nos mudábamos, si el tiempo pintaba bueno, nos quedábamos un día más, aunque nunca más de dos noches en cada lugar, porque si no, no llegábamos a destino a tiempo. En ese momento, mi marido y yo no lo sabíamos, pero fue nuestro último viaje de solteros. Los chicos eran chicos, dormían la mayor parte del tiempo y nosotros conversábamos y tomábamos mate kilómetros y kilómetros. Aunque hubo algún dolor de espalda, la familia resistió.
Los chicos crecieron (ahora tienen 6 y 8 años respectivamente) y ahora tienen un hermano, de 1 año. Seguimos andando kilómetros y kilómetros y parando en más de un lugar, pero no hubo otra alternativa que hacer ajustes, ya que por la diferencia de edad, nunca hay 3 chicos dormidos al mismo tiempo y es probable que haya 2 chicos molestos al mismo tiempo, sobre todo si el viaje se hace largo.
Así, hubo que repensar la forma de viajar y convertirnos en una familia superorganizada, nada hippies.
- No nos proponemos hacer tramos de más de 700 kilómetros por día, sabiendo que lo ideal es 500.
- Salimos muy temprano y tratamos de llegar de día.
- Pensamos las escalas y hacemos reservas previamente. Si el tiempo de vacaciones disponible da, buscamos lugares en donde quedarnos más de una noche.
- Hay bolsos “generales”, donde está la ropa para la estadía y bolsos “para el trayecto”, que son los que se bajan en las escalas intermedias, para no bajar los primeros.
- A cada chico le preparamos un CD con sus temas favoritos.

Ah, en un último gesto romántico (en el sentido filosófico, no edulcorado), nos resistimos al DVD. Queremos seguir compartiendo ese tiempo y ese espacio. ¿Cuánto durará?


sábado, 9 de mayo de 2009

El caso de Natalia 2 ¿Y por casa cómo andamos?

El caso de Natalia que presenté en el post anterior suscitó entre mis amigos algunos comentarios que me parece valioso agregar.

1. De parte de un hombre, que es padre y está casado: este caso revela un problema de pareja, que incluye falta de comunicación.
2. De parte de una mujer, arquitecta, que suele trabajar con familias jóvenes en countries: este tipo de mujeres no decide ni la elección de un florero a la hora de encarar una refacción en la casa.
3. De parte de otra mujer de la edad de Natalia: esta chica va a pegarse un palo en la ruta si no encuentra la forma de zafar.

Mi idea con este caso era presentar la necesidad que todas las mujeres tenemos de diseñar sistemas de ayuda o apoyo en diversas áreas, pero los comentarios anteriores me llevaron antes por otro camino: el de la necesidad de apoyo de la pareja de cada una.

Parecería obvio (pero no lo es tanto) que si estamos en pareja, hay que diseñar la vida familiar en conjunto: desde la agenda cotidiana hasta el lugar en donde uno vive y la asignación de responsabilidades de cada uno. Si hay que hacer ajustes, es inútil convocar a un ejército de familiares, amigos y proveedores externos si no se ataca el problema con nuestra pareja.

No hay nada de malo en pedir ayuda si uno no da abasto, o si da abasto pero la está pasando mal. Primero hay que parar un minuto y darse cuenta de lo anterior. Luego, tomando como premisa que no hay nada que no pueda modificarse o resolverse, comunicarse con la pareja.

martes, 5 de mayo de 2009

El caso de Natalia, ama de casa en un barrio cerrado

Hoy conocí la historia de Natalia, una mujer de 30 y pico, con hijos de 8, 5 y 1 año, que vive con ellos y su marido en un barrio cerrado de zona sur. Me pareció muy interesante, porque la descripción de un día en la vida de ella dista bastante de las imágenes de “disfrute de la naturaleza” y “mejor calidad de vida” que proponen los suplementos Countries y Barrios Cerrados de los diarios del sábado. La familia se estableció hace unos años en un country de la zona de San Vicente porque la ubicación era conveniente para el marido de Natalia, que tiene su empresa en la zona.
Pero si indagamos un poco más en lo que significa estar en una zona “en plena etapa de crecimiento” surgen, entre otros, datos como estos: hay escasa oferta de escuelas y no existe servicio de combi para llevar a los chicos.
Y esta falta de opciones en cosas que pueden resultar no prioritarias a la hora de elegir un lugar donde vivir se traduce en rutinas más o menos así:
Todos los días Natalia maneja 35 kilómetros a las 8 de la mañana para llevar a los dos chicos más grandes a la escuela. Regresa esos 35 kilómetros a su casa y al mediodía vuelve para buscar al del medio, que no tiene doble jornada. De paso, le lleva el almuerzo al más grande, a quien la comida del comedor de la escuela no le gusta. Regresa a su casa en el barrio cerrado para almorzar con el del medio y a la tarde vuelve a manejar 35 kilómetros para buscar al más grande. Total: 210 kilómetros por día.
Natalia está atrapada por esa lógica. La rutina se le fue complicando de a poco, a medida que nacieron los chicos y no se le presentan alternativas para cambiar la situación. No tiene necesidad económica de trabajar, y tampoco podría hacerlo con su rutina actual. En medio de todo esto ella se descuidó en lo personal, se despriorizó en pos de una causa que, vista desde afuera, parece ser más bien difusa.
¿Podría resolverse esta situación? Sin alterar el cuadro general (con una mudanza, por ejemplo) y apuntando solo al problema del transporte escolar, se podría lograr simplificar las cosas alterando pocas variables:
- El marido de Natalia, ya que trabaja en la zona, podría llevar a los chicos a las 8 de la mañana y/o buscarlos a las 5 de la tarde.
- Hacer “pool” con otras familias implicaría hacer todo el recorrido solo un par de veces por semana.
- Inventar un servicio de combi con 10 chicos en la misma situación implicaría una mejor utilización del tiempo, e incluso podría ser más económico.
¿Pero por qué no lo hace Natalia? ¿Es masoquista? ¿Es un caso aislado? Una de las respuestas que me doy es que a veces uno no está dispuesto a admitir que necesita más ayuda de la que tiene.
Esta es la introducción a algo que me gustaría desarrollar más adelante, y es que necesitamos crear (o recrear) sistemas de ayuda a través de múltiples fuentes: familiares, vecinos, miembros de la comunidad escolar, organizaciones varias, personal doméstico, baby sitters, servicios de transporte, profesionales de la salud, psicólogos, etc.

sábado, 2 de mayo de 2009

El perfeccionista que deja las cosas para más tarde

Me encontré con un concepto interesante para compartir mientras leía Eliminate Chaos, un libro sobre organización del hogar de Laura Leist. La palabra en inglés es “procrastinator”, y define a alguien que deja las cosas para último momento. No es un irresponsable necesariamente. Es probable que sea un perfeccionista, o un soñador, o alguien que se imagina que el trabajo a realizar es más complejo que lo que en realidad es y la sola idea de encararlo lo deprime un poco.
Me sentí bastante representada. Y, aunque todavía no resolví del todo la cuestión de querer tener el 100% de los los procesos y los objetos del hogar y de la familia bajo control, encontré un par de claves que justamente tienen que ver con el título de este blog:

- Es mejor terminar algo (aunque no esté del todo perfecto) que no empezarlo porque no va a estar del todo perfecto.

- Organización significa que todo tenga un lugar asignado, no necesariamente que en todo momento todo esté en el lugar asignado.

Entonces, hay que dedicar un poco de esfuerzo a esta organización. Yo lo divido en tres partes:

- Diseño

- Comunicación

- Mantenimiento

El diseño de la organización implica pensar el orden, asignar espacios, repartir tareas y responsabilidades, crear rutinas, escribir agendas… Si el hogar es unipersonal, pasamos al punto 3. Si se trata de una pareja, lo importante es consensuar el diseño con el otro miembro de la pareja. En el caso de una familia, es fundamental pasar al punto 2: la comunicación.
Todos los integrantes de la familia – incluyendo, si hay, al personal doméstico - deben conocer el orden de la casa (o del bolso de la escuela, o la mochila para la colonia, da igual) y preocuparse por la parte que les corresponde. Deben estar de acuerdo y alineados con las consignas. Ya sé, es difícil. ¿Quién dijo lo contrario? Pero no dejemos de trabajar sobre el tema. Tengamos paciencia con los chicos, porque les va a llevar un poco más de tiempo que a nosotros mismos completar una tarea. Hay que comunicar, insistir, darles ese tiempo y dejar que lo hagan solos.
Si no queremos que el esfuerzo realizado en los puntos 1 y 2 se esfume en menos de una semana, hay que trabajar sobre el mantenimiento. Lo más normal es que luego de un “ataque de orden” nos relajemos. Para no volver al punto de partida, como en el Juego de la Oca, hay que relajarse lo menos posible y seguir trabajando sobre el seguimiento de las pautas acordadas.

lunes, 27 de abril de 2009

Cuidado personal, segunda parte

Un cuestionario simple, pero para para hacer a conciencia en un momento tranquilo, sin interrupciones, quizás en un bar o debajo de un árbol de una plaza, escribiendo en una agenda, un cuaderno o una notebook.

Retomemos un poco lo que planteamos anteriormente sobre la importancia de cuidarse a uno mismo para poder ser mejor persona, mejor profesional, mejor miembro de una pareja: hace falta "nutrirse" físicamente, emocionalmente, mentalmente y espiritualmente.

Van las preguntas
1) ¿Qué 3 pasos podés empezar a dar este mes para priorizar tu propio cuidado?
2) ¿Qué cambios tendrías que implementar ya mismo para que este cuidado personal esté integrado a tu vida cotidiana?
3) ¿Qué es lo que te motivaría a hacer del cuidado personal una prioridad?

La última pregunta es la de la en una encuesta con opciones. Espero sus opiniones

sábado, 25 de abril de 2009

La importancia del cuidarse a uno mismo

Quizás cuando uno piensa en cuidado personal se imagina ir a la peluquería, hacerse las manos, los pies o un masaje. No despreciemos el valor terapéutico que pueda tener para nosotros, pero ampliemos un poquito más la idea. Menciono algunas cosas que tienen que ver con descuidarnos y a todas nos han pasado:

- sobrecargamos la agenda con más cosas que las que podemos realizar
- nos sentimos en la obligación de ser y estar perfectas (¡qué presión!)
- pedimos menos ayuda que la que deberíamos pedir (tanto familiar como con personal contratado)
- renunciamos a hacer cosas por culpa
- descansamos poco, menos que lo mínimamente necesario

Entonces, el amor y el cuidado que ofrecemos generosamente a los demás no lo estamos extendiendo hacia nosotras mismas. Y hay un dato adicional: si no trabajamos sobre nuestro propio cuidado ¿qué tipo de modelo estamos ofreciendo a nuestros hijos? : uno que no está basado en la autoestima. Cuidarnos tiene una enorme importancia porque es aquello que funciona como nuestra reserva de energía para hacer todo lo que hacemos, nos hace vivir en calma y ser más efectivas. Y, fundamentalmente, nos hace sentir bien por dentro y por fuera.

Aquí algunos ejemplos simples sobre cómo podemos cuidarnos y al mismo tiempo renovarnos:

Cuidado físico
- Comer de manera saludable, tomando mucha agua y descansando
- Hacer actividad física todos los días, aunque sea por un período de tiempo breve
- Dedicar tiempo a nuestro cuerpo: desde la consulta médica hasta la peluquería, el kinesiólogo o aquello que nos haga sentir bien.

Cuidado emocional/espiritual
- Reunirse con amigos y mentores profesionales
- Buscar ayuda profesional en distintos tipos de terapia
- Escribir acerca de nuestros pensamientos y sentimientos
- Salir con amigas o en pareja. Salir sola tiene su encanto también, eh!
- Caminar en la naturaleza.
- Hacer algo creativo: pintar, dibujar, escribir, bailar, cantar
- Hacer un trabajo voluntario para una causa que nos motive.

Cuidado mental
- Estudiar algo que nos estimule intelectualmente (en mi caso, me estoy aplicando al alemán)
- Aprender una destreza nueva, como tejer

En la próxima entrada sobre este tema propondré un ejercicio práctico. Hasta la próxima.

miércoles, 22 de abril de 2009

Asignar tiempo para ordenar

Como leí hace ya mucho tiempo y para otro fin Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva, comencé a asignarme una porción de tiempo para mi rol “Ama de casa”, bloqueando un horario determinado en Outlook. Lo que primero hice fue delegar todo lo delegable para aumentar mi productividad y concentrarme realmente en lo que es indelegable, como por ejemplo qué elementos dentro de un placard atiborrado conservar y cuáles no. Hasta acá, todo fenómeno.

Ahora bien, cuando llega la hora señalada pasan dos cosas:

  • Ocurre algo imprevisto - más o menos importante, da igual - y borro de un plumazo mi bella planificación por roles y prioridades y me dedico a ese algo urgente. (En palabras de Covey, salgo del cuadrante 2 y paso al 1 o al 3)

  • Empiezo con la actividad planeada, pero no me concentro en el objetivo. Hago varias cosas al mismo tiempo y no termino la tarea. Estoy en el cuadrante 2, pero no fui efectiva. Con lo cual, el placard del ejemplo queda igual o menos ordenado que antes.

Creo que hay formas simples de atacar estas dos tendencias. Las que estoy tratando de implementar son estas:

- Asignar el doble de tiempo que naturalmente le asignaría a la tarea. Si pienso que ordenar un placard me va a llevar dos horas, bloquear cuatro horas en Outlook.

- Segmentar la tarea en subtareas. Plantear el objetivo para la subtarea. En este caso sería organizar cajones de la nena (no de todo el placard)

- A continuación hay que pensar en una lista de acciones y objetos que se necesitan

  • Cajas para ubicar elementos a archivar o donar

  • Dejar un área libre para desparramar los elementos y clasificarlos

  • Identificar si hace falta comprar elementos como perchas, cajas, separadores de cajones, etc.

  • Si la respuesta es afirmativa, medir de los espacios disponibles para estos elementos y asignar tiempo para ir a comprarlos. No es tan fácil encontrar la caja exacta que estamos buscando.
Una aclaración sobre el último punto. Lleva tiempo y uno debe abordarlo con paciencia. Por ejemplo, encargué unas cajas con rótulo plastificadas de una medida específica para guardar los disfraces de mis dos hijos por separado. A cada chico le correspondía un color también específico, por lo que las tuve que mandar a hacer a medida y la entrega fue 20 días después de haberlas encargado.

martes, 21 de abril de 2009

So little time...

A veces sentimos que hacemos y hacemos, apuradas pero sin foco. Un poco como el hombrecito de Submarino Amarillo, Jeremy Hillary Boob. Si bien es patético, no deja de caerme bien!

lunes, 20 de abril de 2009

Buscando el equilibrio

Muchas veces no sabemos por dónde empezar, solo percibimos que queremos estar mejor. Pero es difícil empezar, porque hay que empezar por alguna parte. Mejorar LA VIDA es mucho, entonces nos trabamos. Yo sostengo que a través de pequeñas acciones que pasan por lo cotidiano uno puede cambiar muchísimo.

¿Es posible replantearse algunas cosas?¿Podemos eliminar el caos de nuestra vida? ¿A través de una mayor organización podemos hacernos un hueco para cuidarnos a nosotras mismas?

Vamos por parte: replantearse algunas cosas, sí. Segundo: eliminar el caos es muy ambicioso. A lo sumo se lo puede administrar, con mayor o menor stress. Tercero, simplificando algunas cosas y cambiando otras podemos hacernos un hueco para cuidarnos a nosotras mismas y ser mejores como personas, madres y profesionales, en el orden que quieran.

Para empezar de nuevo, una y otra vez. Para sentirnos acompañadas en esta búsqueda. Para encontrar ideas y soluciones, esas que antes te daba mamá o la abuela o esas que son tan nuevas que es imprescindible compartir. Para eso pensé este blog.

viernes, 10 de abril de 2009

Espero que en el lugar donde se guardan las células madre de mi hijo las cosas no se traspapelen como acá

Hace dos días estaba acá, en mi escritorio, mirándome como sonriendo. Pero hoy ya no está.
La busqué con toda mi fuerza. Guardé esperanzas hasta último momento, incluso hasta este momento. Por ella hice orden en papeles que habían juntado tierra un par de años, pero no.

Esa factura no apareció. Y mañana tengo que ir al local donde hice la compra y decir,
Créanme, yo pagué el total de esta compra, lo que pasa es que el tiempo pasó y
se me traspapeló, quieren que les dé mi número de DNI?
Qué feo... Y más feo aún si esa factura estaba aquí, frente a mí, el viernes pasado.